lunes, 30 de mayo de 2011

DE SENSACIÓN A DECEPCIÓN

Oriente acabó tercero y con la Copa Sudamericana como premio consuelo, aunque, después de haber dilapidado la chance de ser campeón, lo conseguido perdió el valor que puede tener el intervenir en un certamen internacional.
Lo suyo no tuvo términos medios en este torneo. Fue de blanco a negro, de héroes a villanos, de los aplausos a los silbidos, de la ilusión y la emoción a la bronca y la frustración. Una primera rueda espectacular a una segunda rueda para el olvido. 
Es que Oriente pasó de equipo sensación a la gran decepción. Es que había insinuado y mostrado tanto en principio, que lo ofrecido en la recta final del certamen generó una gran desilución. 
Jugaba tan bien al principio que algunos hinchas albiverdes, medio en broma medio en serio, hablaban del "Barza boliviano". Pero de pronto todo empezó a cambiar y no hubo quién le devuelva el brillo y la alegría al equipo albiverde.
El entrenador Cuffaro Russo no encontró solución en el banco de suplentes para los problemas que se presentaban a causa de un desgaste físico y anímico, se puso nervioso, empezó a buscar culpables en los árbitros en lugar de buscar remedio a los males, y le dio cabida a la excusa con lo que ello representa.
Al final pagó los platos rotos, aunque la cuenta tendría que ser compartida con varios integrantes que no fueron ni la sombra de lo que fueran a un principio de la temporada y que cuyo rendimiento se caracteriza por ser muy irregular, con picos altos y bajos.
El triunfo ante Real Mamoré le dio una copa, aunque en este caso, no alcanza para hacer olvidar las penas.

* Foto diario El Día.

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