Gustavo Quinteros tiene mucho que ver en esto, por supuesto, porque incorporó jugadores con esas características e inculca presión permanente en diferentes sectores de la cancha, cuando la pelota está es propiedad del contrario. Le interesa el buen juego pero ante todo quiere sacrificio y compromiso con el juego.
Blooming exhibió esa nueva faceta pese a las variante que realizó el entrenador obligado por las circunstancias y también con la idea de realizar algunos ajustes en sectores que fueron determinantes en la debacle del primer clásico.
Quinteros había quedado disconforme con algunas actuaciones en el anterior partido, por ello decidió realizarle un ¨lifting¨ al onceno académico. No dudó y metió mano en el equipo. Dejó en el banco al golero lanz y al zaguero Jáuregui, y le dio la chance a Ruth en el arco y al juvenil Morales en el lateral derecho.
Las ausencias obligadas de Boyero y Mojica, por expulsión, las solucionó cambiando de puesto a Joselito Vaca y Verduguez. El primero pasó del sector izquierdo del mediocampo al derecho para cubrir la baja de Mojica, y Verduguez dejó el lateral izquierdo a Rosaura Rivero y jugó de volante por izquierda. En el ataque ubicó a Anderson -la figura del partido- junto a Patrick Alves.
Blooming salió con determinación y ganas de revancha al campo de juego. Se acomodó a las circunstancias del partido, lo peleó en todos lados y esta vez tuvo más determinación que Oriente en el área rival, principalmente por la presencia del brasileño Anderson, un atacante que complica porque encara siempre.
Se quedó con nueve otra vez, en esta ocasión por las expulsiones de Blanco y Solís, pero aguantó la embestida final de Oriente, y luego se dio el gusto de quedarse el plus de la victoria a los penales.
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