Blooming mantuvo la buena costumbre de ganar de local que tuvo en el Apertura. Ofició de dueño de casa en Montero porque el estadio Tahuichi estaba ocupado, sin embargo mandó como si estuviera en rodeo propio.
No dejó pasar la oportunidad ante Bolívar, en el estadio Gilberto Parada, que esta vez fue de verdad una Caldera por el calor que hacía en la capital norteña. Supo recuperarse a tiempo y acabó ganando el partido sin discusión.
Blooming adquirió algo en los últimos tiempos que le permite superar la adversidad: paciencia. El equipo celeste no se deja llevar por la desesperación y construye las victorias con tranquilidad, en condición de local.
En Montero, Bolívar empezó ganando con un golazo de Alejandro Gómez, que aplicó la ley del ex, con un zurdazo inatajable para Galarza. Pero no le alcanzó. Aflojó, no definió y se cayó.
Blooming remontó con otros dos buenos goles, el primero de Amilcar Sánchez y el segundo de Bargas, su artillero.
Paciencia, mucha paciencia. Blooming no perdió esa buena costumbre de ganar de local, jugando bien o jugando mal. Esta vez no le sobró mucho pero tampoco le faltaron méritos.
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