Argentina forma parte del primer mundo futbolística y Bolivia sigue postrada en el tercer mundo. Por lo tanto no sorprende que
El esfuerzo de los jugadores bolivianos es elogiable, también su aplicación para aguantar defensivamente, desordenarse lo menos posible y controlar a los talentos albicelestes. Hicieron todo lo que estuvo a su alcance. Sin embargo, una muralla sin bases demasiado sólidas, tarde o temprano empieza a agrietarse y termina desmoronándose.
Bolivia aguantó hasta donde pudo, luego se equivocó y lo pagó con goles en contra. La defensa dudó en el primer gol, no salió rápido ni en bloque del área, y le permitió al equipo argentino sacar ventaja en el juego aéreo. Luego, Hoyos cometió una falta innecesaria en una zona clave (cerca del borde del área grande) y Riquelme no perdonó de tiro libre. Por último, Ronald Gutiérrez perdió la pelota en tres cuartos de cancha por “hacer una demás”, provocó un contragolpe que encontró al cuadro boliviano mal parado y terminó en el 3-0.
Argentina no jugó un gran partido, hasta se podría decir que no pasó de regular su actuación, pero está claro que no necesita de un buen día para superar a un adversario inferior que no lo preocupó nunca en ofensiva. Le basta con un par de chispazos de ese gran jugador que es Lionel Messí o la aparición de alguno de sus otros talentos.
No es el partido ni el rival para realizar análisis riguroso ni exigente tomando en cuenta la distancia abismal entre un equipo y otro. Esa es la realidad. Como dijera alguien, nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario