Porque, si cuando se pierde es culpa de una pobre y triste realidad, cuando se gana ¿cuál será la razón de la victoria?
Lo expresado por el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol y el entrenador de la Selección nacional tiene que ver con un simplismo que no está a la altura de sus cargos. Forma parte de un manual de excusas que no sirven para nada, son como un escudo para evitar algunas críticas, y un lavador de manos, para cargarle las tintas al pasado y liberar de culpas al presente.
¿No sería mejor reconocer alguna vez un mal partido, algún error, alguna culpa que tenga que ver con la preparación y/o planificación, o por último, admitir la superioridad rival en lo estratégico, en lo táctico y hasta en lo sicológico? ¿Es suficiente para Bolivia mantener el estilo clásico, donde todo se basa más en la inspiración del jugador que en la estructura de equipo con una idea táctica y estratégica más marcada? ¿La vieja receta será suficiente para lograr un cambio de mentalidad y dar un salto de calidad, que permitan contar con un seleccionado más competitivo?
Si bien es verdad que es muy difícil cambiar las cosas de la noche a la mañana, no es menor cierto que bajo el mando de Erwin Sánchez ya jugó una Copa América, algunos amistosos y varios partidos de eliminatorias, por lo que este equipo tendría que empezar a mostrar algo de “la impronta” del entrenador.
¿Cuál será la Bolivia de las próximas fechas? ¿Se parecerá más a la de la derrota con Chile o a la de la victoria sobre Paraguay? De momento nadie lo sabe, ni el propio Sánchez, que en cuatro días tuvo que cambiar medio equipo en busca de una mejor respuesta futbolística.
Una golondrina no hace verano, por lo que la Selección nacional tendrá que repetir lo del pasado miércoles (su aceptable nivel de juego) para empezar a convencer que “el trabajo” está dando resultados.
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