EL HIJITO DE PAPÁ

Mauricio Baldivieso debutó a los 12 años como jugador profesional. Su papá, Julio César Baldivieso, entrenador de Aurora lo mandó ayer a la cancha a los 39 minutos del segundo tiempo, cuando su equipo perdía 0-1 ante La Paz FC en el estadio Hernando Siles. ¡Histórico! ¡Récord! Abundan los titulares y los anuncios eufóricos de ese tipo en los medios nacionales por la "hazaña" de Julio César, El emperador de la Llajta cochabambina.
Para mí, no es más que otro gesto de demagogia futbolera de un personaje acostumbrado a gestos y hechos de esta naturaleza para la galería. Además, me parece un acto de irresponsabilidad hacer jugar a un niño con gente adulta, por el solo hecho de llevarse aplausos, vítores, alabanzas y quedar en la historia.
Ayer, Mauricio entró a la cancha con la emoción lógica de un debutante, trató de pisar la pelota ante los grandotes, en un gesto canchero, y se ganó una entrada fuerte, aprovechada por él para teatralizar (?), provocando un lio que casi arruina el partido.
Baldivieso padre se quejó de los rivales por su brusquedad, del árbitro por su pasividad, elogió a su hijo por su talento, a si mismo por el coraje para hacer debutar a un niño, y al público por aplaudirlos.
¿Estará permitido que un niño juegue al fútbol profesional? ¿Quién se hará responsable si le pasa algo en una cancha? Nos hacemos estas preguntas por la diferencia abismal que hay entre la fortaleza de un niño y un adulto.
Otra cosa. Por lo que vi, Mauricio Baldivieso, que en las próximas horas cumplirá 13 años (22/07/1996), no es ningún superdotado del fútbol. No es Messi, ni Maradona, que dicho sea de paso, debutaron cerca a los 16 años. Y eso que uno es y el otro era un fenómeno.

* Foto Diario Olé.