
Tampoco era la mejor ocasión para el debút de un entrenador, por la indiscutible superioridad del fútbol argentino. Pero Carlos Aragonés, el elegido para sustituir a Víctor Hugo Andrada, tuvo que afrontar la situación y también lo fue mucho mejor de lo esperado.
No se trata de conformismo ni mucho menos el hecho de valorar la actuación del cuadro celeste pese a la derrota. Es simplemente reconocer el cambio positivo que tuvo ante un adversario complicado. El de anoche fue un Blooming totalmente distinto al de la semana pasada.
De ser un equipo desorientado, desmotivado y abúlico, la Academia se convirtió en un onceno ordenado, solidario y atildado en el trato de la pelota. Aragonés lo consiguió en cuestión de horas y con apenas un par de entrenamientos.
Ayer, la prioridad fue no desordenarse ni rifar la pelota. Cambió el pelotazo sin sentido por el juego corto y asociado, que le permitía mantener una línea de otra, y a la vez quitarle ritmo a un Lanús de flojo desempeño. Los jugadores captaron la idea y lo hicieron bien, especialmente en la segunda etapa.
Blooming evitó el papelón y mostró una mejoría. No es poco para el mal momento que estaba viviendo. Mucho más si el domingo tiene que jugar el clásico con Oriente.
* Foto de ar.sports.yahoo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario