Quién los viera y quién los ve. Blooming y The Strongest fueron dos lamentables imágenes de un triste presente que está totalmente reñido con un pasado que supo de mejores expresiones futbolísticas a los largo de los tiempos.
Ayer, ambos resultaron dos sombras nada más de aquellas formaciones que supieron darle linaje y estirpe a un par de clubes que están pagando un alto precio por desatinos que tiene que ver con los encargados de darles un perfil y un estilo que tenga que ver con lo que les marca la tradición y su historia.
Hoy por hoy, Blooming no tiene nada que ver con una academia, al contrario, su juego está más cerca de un abúlico deportivo pica piedras, y The Strongest está lejos de ser un tigre, y su desorientado y temeroso accionar dista mucho de una actitud felina.
Blooming carga con los problemas que le dejó de herencia Copo Andrada, que confió mucho más en la arenga que en los fundamentos tácticos y en el amiguismo cómplice que en el liderazgo de un conductor, y acabó dando a luz un equipo desmotivado y displicente, que camina sin rumbo en la cancha.
The Strongest contrata jugadores a montones, muchos de ellos en la recta final de carrera, y termina entregando el plantel a un entrenador novato, que aún se siente futbolista (basta ver cómo se viste para dirigirlo oficialmente), con mucho por aprender y que al no haber realizado un curso en serio en el que por lo menos enseñen metodología del entrenamiento, recurre a sus años de experiencia como jugador para dirigir a su equipo.
Como la corriente resultadista se impone, muchos le otorgarán al "Tigre" (ojo, entre comillas) una buena nota por el empate por aquello de que lo importante es sumar cuando no su puede ganar.
A Blooming no habrá mentira que lo ayude, porque además de jugar muy mal, perdió dos puntos valiosos en casa.
* Foto El Día.
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