Blooming se quedó sin nada en un partido en el que pudo haber conseguido algo si hubiese tenido un poco más de convicción para hacerle daño a Bolívar.
La academia cruceña llevó a cabo su plan, aquel que tenía como premisa mantener la calma, no desgastarse, jugar sin prisas, tratar de neutralizar a su homónima paceña cerrando espacios y buscar el arco contrario sin desesperarse.
Para la crítica paceña, lo de Blooming fue no tener ambición, cuando en realidad se trató de una estrategia, que dista mucho del toma y daca que le exigen a los visitantes cuando visitan el Hernando Siles, pero que es tan válida como cualquier otra.
Quizá, lo que le faltó a los “millonarios” es mayor decisión cuando pasó los tres cuartos de cancha, y le “sobró” paciencia en la búsqueda del arco de Lampe.
Bolívar, como a lo largo del torneo, volvió a mostrar sus falencias colectivas y su excesiva dependencia de proezas individuales, se ahogó en el simple planteamiento de Blooming y acabó ganando de manera deslucida.
Una patriada de Justiniano le dio el gol de la victoria en el primer tiempo. El volante apareció con sorpresa y definió bien ante la salida de Galarza.
En Blooming, Hugo Bargas se las batió solo en ofensiva, abandonado por Darwin Ríos, y pese a ello logró inquietar a la insegura defensa de Bolívar. El franco argentino estuvo cerca del gol varias veces, pero menos efectivo que en otras ocasiones.
Néstor Clausen buscó variantes en el afán de un mejor resultado, pero no tomó las mejores decisiones. Los elegidos tampoco le respondieron, es cierto. Rescató del ostracismo a Sacripanti en lugar de buscar mayor vitalidad, Sánchez no pesó y Loaiza volvió a defraudar.
Bolívar quedó un poco más cerca del puntero, que ahora es The Strongest, y Blooming, pese a perder, no quedó tan lejos. Todo´es posible todavía.
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