La falta de un conductor y de un patrón de juego definido le están pasando factura a Oriente Petrolero, que ayer no pudo mantener una ventaja inicial y apenas consiguió un empate ante Real Mamoré.
El golazo de tiro libre de Limberg Gutiérrez (aunque en complicidad con Pedro Higa) lo puso al frente en el marcador, pero su inconsistencia futbolística lo fue diluyendo como equipo y los benianos aprovecharon el paulatino bajón rival para crecer y lograr un punto valioso.
El problema de Oriente es que Limberg no está en condiciones de llevar la batuta y marcar el ritmo de juego, sólo se hace notar en pelotas detenidas o algún pase en profundidad; Aguirre no asume la posta y gravita muy poco; y el equipo no funciona como tal, no tiene una mecánica de juego.
La situación se agrava por la inoperancia de sus delanteros (Peña y Maraude), que aparecen a cuenta gotas y encima desaprovechan las pocas ocasiones de gol que se generan. El brasileño Itacaré, último refuerzo, jugó poco, sin embargo, es lo poco de esperanza que le queda a Oriente como solución ofensiva.
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