Hebert Aguilera dirigió ayer su último partido. El adiós no pudo ser más triste para el árbitro cruceño, que al querer quedar bien con Dios y con el diablo en su despedida, terminó cometiendo un par de errores graves en el clásico entre Blooming y Oriente Petrolero.
El primero de ellos, en la etapa inicial, fue no haber expulsado al argentino Gaitán por haberle dado un empellón luego de mostrarle una tarjeta amarilla.
El segundo fue no sancionar el claro penal que le cometieron a Ricardo Verduguez en el área de Oriente. Aguilera estaba cerca y acabó cobrando una falta contra Galarza que no existió. "Compró" el teatro del arquero y omitió el agarrón al lateral celeste.
En la expulsión de Brandao y Gaitán optó por lo fácil, echar a los dos después de un lio en el que participaron más jugadores.
Le quedó grande el clásico a Aguilera. Y, lo que es peor, se fue dejando una clase de lo que no debe hacer un árbitro, aplicar el reglamento de bolsillo, algo así como el reglamento propio, en lugar de aplicar siempre lo que manda la Internacional Board y la Regla FIFA.
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