Blooming se equivocó mucho y Guabirá no lo perdonó. Le arruinó el debut, le arrebató tres puntos que pueden ser vitales a la larga y sacó a relucir toda su pobreza futbolística, la misma que había mostrado en la Copa AeroSur.
En realidad el que no tuvo piedad con sus vacilaciones fue Darwin Ríos, el juvenil goleador que se encargó de desnudar a Blooming y de disimular las falencias futbolística de este Guabirá rearmado a la rápida, que acabó sorprendiendo a propios y extraños con el triunfo.
Un párrafo aparte para el muchacho Ríos. Mostró un gran oportunismo. En los tres goles estuvo donde tiene que estar un goleador, al acecho del error ajeno. No dudó nunca al momento de definir.Blooming fue el mismo de la AeroSur. Inseguro en defensa, irresoluto y lento en el mediocampo, e inofensivo en ataque. Los defensores tomaron mal las marcas (Ríos apareció siempre libre), los mediocampistas no generaron juego y los atacantes fueron víctimas de la inoperancia propia y ajena (de sus volantes).
Teté Quiroz, por su parte, sigue sumando desaciertos. Recomendó un par de jugadores que no rinden, uno de ellos (Díaz) ya se fue; insiste con otros que no están en un buen momento y elige dibujos tácticos que no funcionan.
Ayer armó una formación que ni siquiera había probado en la Copa AeroSur, con tres zagueros lentos, volantes también lerdos y sin capacidad de maniobra individual, limitados al pelotazo, y atacantes sin coordinación.
Aún me queda la duda de cuál fue la función del uruguayo Martiñones, un desaparecido en acción.
A Guabirá le costó un poco acomodarse bien en el partido, pero de buenas a primeras se encontró arriba en el marcador gracias al oportunismo del elogiado Ríos. Su fútbol simple se imponía en la cancha.
Después del segundo gol azucarero, Blooming entró en una crisis de juego total. Quiroz quiso salvar a su equipo que hacía guas por todos lados, cambió jugadores y modificó el dibujo táctico, pero no pudo impedir el naufragio.
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