Una nueva temporada en marcha. No arranca solo un nuevo torneo, sino que entra en vigencia un nuevo calendario. Recordemos que el semestre pasado se disputó el torneo "Adecuación", llamado así porque daba paso a un nuevo calendario futbolístico en el país, que, a partir de la fecha, arrancará en agosto y culminará en junio.
Esto, lo del nuevo calendario, es solo un maquillaje que tiene que ver más con la forma que con el fondo, una manera de "aggiornar" el desdibujado fútbol boliviano, para que esté a la par, por lo menos en eso, de otros países que hace mucho adoptaron el calendario europeo.
Una vez que los dirigentes se preocuparon sólo de la "forma", es necesario que los entrenadores tomen la posta y se ocupen del "fondo", que no es otra cosa que el juego, algo que realmente les compete de manera directa.
El fútbol boliviano reclama, de manera urgente, atención a este aspecto. Exige abandonar la mediocridad en la que naufraga desde hace mucho tiempo, y dar un salto de calidad, jerarquizarse, ofrecer mucho más de lo que brinda de un tiempo a esta parte. Que los entrenadores justifiquen su presencia al frente de un equipo precupándose porque se juegue bien al fútbol, entendiendo como jugar bien una identidad definida, interés por la estética, funcionamiento colectivo y preocupación por aquello que hace a la esencia de este juego: la técnica.
Ante la indiferencia de los entrenadores, se ha encaminado a la simpleza del pelotazo, utilizado como argumento, cuando tendría que ser nada más que un recurso emparentado con el factor sorpresa. El "ponchazo" es una tendencia generalizada que supera el interés de unos pocos por el control de la pelota.
Por eso es que la técnica ha pasado a un segundo plano. Los entrenadores están más preocupados de lo táctico que de lo técnico, cuando debería ser al revés. Es muy difícil que un equipo pueda jugar bien y ganar, si no da tres pases seguidos, así cuente con el mejor estratega.
Como van las cosas, pareciera que los equipos pierden el tiempo en la semana. El nivel técnico es bajísimo y el trabajo táctico apenas si se nota, y esto tiene como resultado equipos deslucidos y desorganizados.
Si los entrenadores continúan siendo conformistas en cuanto a la estética del juego, no habrá mejoría en nuestro fútbol.
El fútbol boliviano reclama, de manera urgente, atención a este aspecto. Exige abandonar la mediocridad en la que naufraga desde hace mucho tiempo, y dar un salto de calidad, jerarquizarse, ofrecer mucho más de lo que brinda de un tiempo a esta parte. Que los entrenadores justifiquen su presencia al frente de un equipo precupándose porque se juegue bien al fútbol, entendiendo como jugar bien una identidad definida, interés por la estética, funcionamiento colectivo y preocupación por aquello que hace a la esencia de este juego: la técnica.
Ante la indiferencia de los entrenadores, se ha encaminado a la simpleza del pelotazo, utilizado como argumento, cuando tendría que ser nada más que un recurso emparentado con el factor sorpresa. El "ponchazo" es una tendencia generalizada que supera el interés de unos pocos por el control de la pelota.
Por eso es que la técnica ha pasado a un segundo plano. Los entrenadores están más preocupados de lo táctico que de lo técnico, cuando debería ser al revés. Es muy difícil que un equipo pueda jugar bien y ganar, si no da tres pases seguidos, así cuente con el mejor estratega.
Como van las cosas, pareciera que los equipos pierden el tiempo en la semana. El nivel técnico es bajísimo y el trabajo táctico apenas si se nota, y esto tiene como resultado equipos deslucidos y desorganizados.
Si los entrenadores continúan siendo conformistas en cuanto a la estética del juego, no habrá mejoría en nuestro fútbol.
* ilustración tomada de la decoración infantil.com
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