The Strongest es el equipo del momento del fútbol boliviano. Tres títulos consecutivos avalan su liderazgo y dejan sin efecto cualquier observación a su condición de campeón indiscutido.
Recuperó el poderío que supo tener a mediados de los años setenta, cuando languidecía el fútbol de asociaciones y nacía la Liga del Fútbol Profesional, de la cual fue, justamente, su primer campeón.
El tigre le hizo honor a su nombre, fue “el más fuerte” en los momentos más complicados, tuvo la templanza y fortaleza anímica para sacar puntos cuando lo necesitaba para ponerse la etiqueta de candidato al título.
Una prueba de ello fueron sus duelos con San José. Le ganó las dos veces que tenía que hacerlo, en el Clausura para convertir en realidad el milagro de un título que no soñaba y en el Apertura para fortalecer sus posibilidades de sumar un nuevo lauro.
En ambas ocasiones lo superó en Oruro. Después no perdió las clásicos con Bolívar, tampoco cayó en Potosí ni en Cochabamba y fue casi imbatible en La Paz, donde fue derrotado solo una vez (Wilstermann).
Eduardo Villegas fue el artífice de este equipo. Lo armó bien, sin estrellas, y les sacó el mejor rendimiento a los jugadores. Todos le respondieron cuando requirió de ellos, fueron útiles. Ese, creo, fue su mayor virtud.
Tuvo un líder sobresaliente como Pablo Escobar, jugadores bien identificados con la camiseta como Chumacero y Soliz, y el resto un rendimiento parejo.
The Strongest tuvo la regularidad de los equipos que saben lo que quieren dentro de la cancha y mostró unidad en la búsqueda de sus objetivos. Por eso fue el mejor de todos y es un campeón sin discusión.
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