Que Bolivia pierda ante Paraguay no es ninguna (desagradable) sorpresa, por la realidad de uno y otro seleccionado. Porque mientras los bolivianos patalean en el fondo de la tabla en cada eliminatoria, los paraguayos no faltan a las citas mundialistas en los últimos años y, además, son protagonistas.
Las diferencias entre uno y otro continúan, y tienen que ver con lo anterior. Paraguay cuenta con individualidades que, en su gran mayoría, destacan en equipos europeos y sudamericanos, Bolivia tiene jugadores de escaso roce que no atraviesan un buen momento y algunos de ellos que no trascienden en el exterior.
Son el agua y el aceite. Pero dejemos de lado a los paraguayos que anoche ganaron, como era previsible, sin nungún tipo de discusión, haciendo valer su mayor jerarquía individual y colectiva, el mayor roce y solvencia como equipo, y la seguridad y confianza que logró gracias a los buenos resultados obtenidos.
Bolivia sufrió y sufrirá mientras sus jugadores no mejoren su rendimiento, en especial aquellos que conforman la columna vertebral del equipo, encargada de apuntalar la idea del entrenador y darle solidez al conjunto.
La zaga muestra muchas dudas y debilidad por la inseguridad de varios de sus integrantes. La excepción es Luis Gutiérrez, fuerte y expeditivo a la hora de marcar. El resto es todo lo contrario.
En el medio ocurre algo parecido. La zona de contención es endeble, muestra poca recuperación y se complica a la hora de manejar la pelota. A los otros volantes les cuesta el ida y vuelta, y terminan colaborando poco defensivamente y apoyando menos ofensivamente.El ataque sufre otras cosas y su problema tiene que ver con el juego colectivo. Los delanteros necesitan mucho de los volantes y estos no los ayudan demasiado. Acaban desgastándose por presionar la salida del rival de manera solitaria, en lugar de hacerlo junto a los mediocampistas. Por eso tienen escasa presencia en la zona de definición.
La derrota ante el cuadro guaraní dejó en evidencia lo lejos que está el seleccionado nacional de ser un equipo competitivo y que se encuentra muy por debajo de la mayoría de sus pares del continente.
Gustavo Quinteros puede tener muy clara la partitura, pero sin buenos intérpretes no hay composición que valga. A mejorar se dijo.
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