Revisando algunas cosas en mis archivos, encontré este homenaje póstumo a Adhemir Méndez, un genuino producto de la cantera cruceña que murió joven, en un episodio que quedó en el olvido sin que se encontrara a los culpables.
Ñarrí, apodo con el que se lo conocía, fue de aquellos jugadores que nació sabiendo, que no necesitó academias ni escuelas de fútbol, y se formó en los potreros, las canchitas de barrio.
Fue un delantero hábil, veloz, ambidiestro, de gran técnica, excelente remate y lleno de picardía. Lo suyo era innato.
Surgió en Real Santa Cruz, Blooming lo lanzó a la fama y Oriente lo disfrutó en su última etapa.
Ilustro el post con el artículo que escribí en El Deber el 19 de agosto de 1998, de este gran jugador que vivía la vida sin preocupaciones ni prejuicios.
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