Bolivia consiguió un meritorio empate ante Perú. Un resultado que sirve bastante aunque no hayan puntos en juego. El valor radica en que la aceptable actuación ayuda a recuperar la fe en un momento importante.
Para el seleccionado es vital adquirir y generar confianza con actuaciones convincentes como la del viernes, justo cuando empieza la cuenta regresiva para su estreno en las eliminatorias del Mundial Brasil 2014.
Poner fin al ambiente derrotista que nos invade después de algunas actuaciones desmoralizantes, es fundamental, ya que, como sostienen muchos, el fútbol es un estado de ánimo, y Bolivia lo logró mostrando argumentos defensivos interesantes y una efectividad que se le venía reclamando desde hace mucho tiempo.
Si aprueba con buena nota el próximo examen ante el mismo adversario, Bolivia habrá dado otro paso importante en esta etapa de consolidación como equipo.
La selección demostró, como lo había hecho en algunos pasajes de la Copa América que tiene un plan de juego concreto, el mismo que puede funcionar y darle buenos dividendos cuando hay aplicación y convicción en sus filas.
El gran problema a solucionar es la irregularidad de sus jugadores, en un mismo partido y de un encuentro a otro. Esos altibajos son su peor enemigo y la convierten de pronto en un equipo vulnerable, al que le cuesta sostener un resultado.
Una de las armas para combatir sus falencias y las limitaciones será apelando a una mística como equipo, haciéndose fuerte en el aspecto anímico, reconociendo las ventajas que le otorga su localía y aprovechándolas al máximo.
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