Bolívar se dio un festín con The Strongest en el clásico paceño, que, como en sus mejores épocas, contó con un estadio Hernando Siles a tope.
El Tigre, habitual cazador, acabó cazado por la mayor destreza y voracidad goleadora de una academia que fue muy superior en el primer tiempo e implacable en el complemento.
El Tigre, habitual cazador, acabó cazado por la mayor destreza y voracidad goleadora de una academia que fue muy superior en el primer tiempo e implacable en el complemento.
Bolívar consiguió la indiscutible y merecida goleada de la mano de la habilidad y talento del argentino Lizio y la contundencia del uruguayo Ferreira, convertidos en una verdadera pesadilla para la endeble retaguardia atigrada.
El buen rendimiento de varias individualidades, como Cardozo, Álvarez, Argüello, Zampiery, y las ya apuntadas de Lizio y Ferreira, le dieron (¡por fin!) el vuelo futbolístico emparentado con su historia, de buen trato de pelota y vocación ofensiva.
Fue un Bolívar muy distinto, nada que ver con el equipo deslucido al de los últimos tiempos, y The Strongest lo sufrió en carne propia, impotente ante el juego alegre, vistoso y efectivo de su rival de siempre.
The Strongest fue víctima, además de las bondades de la academia, de su fragilidad defensiva, de la inoperancia del mediocampo y de la falta de efectividad de sus atacantes. Falló, atrás y adelante, en momentos claves. Dio ventajas defensivas a jugadores que no se pueden dar licencias y desperdició un par de ocasiones muy claras que pudieron, quizá, cambiar la historia del clásico.Bolívar tuvo una gran tarde. Es que con buenos jugadores y jugando bien, todo es más fácil.
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