El pasado no la ayuda. Apenas asistió a tres mundiales de los diecinueve que se disputaron, dos de ellas por invitación (Uruguay 1930 y Brasil 1950) y una por méritos deportivos (Estados Unidos1994).
El presente tampoco. En la última Copa América fue de mayor a menor. Igualó un partido, perdió dos, y quedó eliminada en primera ronda. No gana desde octubre de 2009, cuando derrotó a Brasil 2-1 en La Paz, por las eliminatorias. Son catorce encuentros sin vencer, once de ellos bajo el mando de Gustavo Quinteros.
Tampoco cuenta con una generación de jugadores que provoque el entusiasmo que provocaron por ejemplo los Blacut, Rada, Tanque Díaz y el Gitano Farías en las eliminatorias del 69, o los Aragonés, Messa, Tamayá Jiménez y Aguilar, el 77, o los Etcheverry, Platiní Sánchez, Melgar y Trucco, el 93.
Por todo esto arranca con la etiqueta de "cenicienta", y considerada nuevamente una de las selecciones con menores posibilidades de clasificar a la gran cita que tendrá lugar en Brasil.
Esta vez Bolivia no sólo tendrá ante sí a rivales que en los últimos tiempos le sacaron ventaja, sino a una realidad que la obliga a rebelarse y a una afición que la apoya con desconfianza y que le pide resultados.
Sin embargo, como la esperanza es lo último que muere, siempre queda abierta una rendija a la ilusión, aquella de poner fin a las frustraciones. El gran desafío de modificar la historia arranca en Montevideo.
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