El periodista Carlos Arribas, del diario El País de España, en un artículo de la semana pasada que lleva el título de este post, cita un estudio estadístico del británico Patrick McSharry, de la Universidad de Oxford, en el que se refiere a lo que representa a los equipos del llano jugar en la altura. A continuación una parte de la nota. “ Después de computar el resultado de 1.460 partidos disputados en los últimos 100 años por diez países suramericanos, McSharry concluye que la probabilidad de que gane el equipo de casa un partido entre conjuntos de la misma altitud es del 53,7%. "Pero", señala McSharry en su estudio, publicado en el Britiush Medical Journal, "se eleva al 82,5 % cuando la diferencia de altitud es de 3.695 metros, como la que se eleva entre Bolivia y Brasil". Además, añade, según aumenta la diferencia de altitud entre los equipos, los de las montañas marcan más goles y reciben menos: cada 1.000 metros se incrementa en medio gol de media la diferencia en el marcador.
Pero pese a estos datos, y pese a que la única Copa América de su historia la consiguiera Bolivia en 1963 en una competición disputada en La Paz (5-4 a Brasil en el último partido), y Colombia la suya en Bogotá en 2001, el historial del fútbol latinoamericano cuenta otra historia. Brasil, Uruguay y Argentina, sus selecciones nacionales y sus clubes, son los grandes dominadores: sus capitales futbolísticas están a menos de 100 metros sobre el nivel del mar.
"Esto es porque para contrarrestar la superioridad física de los países más altos, selecciones que basan su estilo en correr más que el rival, los países bajos han trabajado más la técnica: su estilo se basa en la posesión del balón para correr menos", señaló Thomas Reilly, investigador de Liverpool en el simposio sobre altitud de Granada. "En un estudio reciente se observó que un jugador de campo de Bolivia corría de media 10 kilómetros por partido; uno de Argentina, 1,5 kilómetros menos".
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