viernes, 3 de octubre de 2008

LA DEBACLE DE LOS GRANDES

A recuperar grandeza. Eso y no otra cosa les queda a Bolívar y Oriente Petrolero luego de sus resonantes fracasos en el torneo Clausura, que llenaron de amargura y decepción a sus numerosas hinchadas.
Ambos fueron apenas dos desdibujadas figuras de aquellos equipos que en otros tiempos enorgullecían a sus seguidores por su estirpe, su gallardía, su templanza a la hora de afrontar los torneos y, en especial, los tramos decisivos.
Bolívar y Oriente son hoy una sombra de lo que no hace tanto tiempo fueron. Los paceños, que eran líderes en su grupo, tenían que ganar o empatar con San José, en Cochabamba, para no correr riesgos, sin embargo, fueron vapuleados (1-4) por un cuadro orureño que sólo debía cumplir con el fixture, y terminaron eliminados.
Bolívar fue en el estadio Félix Capriles un equipo sin alma, sin rebeldía, que no opuso mucha resistencia. Fue el fracaso de un equipo costoso económicamente, que apostó por jugadores como el colombiano Valentierra, el chileno Renato Ramos, Joaquín Botero, Carlos Arias, el argentino Nahuel Fioretto, entre otros, en el afán de recuperar grandezas, y terminó siendo una decepción.
El argentino Jorge Habbeger reconoció que no estuvieron a la altura de lo que le exigía la historia bolivarista y renunció a su cargo.
Oriente, por su parte, volvió a defraudar las expectativas de su gente y de sus dirigentes, que creían tener un plantel para cosas mayores, pero la realidad les demostró que no era así. Fue desilusionando fecha tras fecha, con excepción de un par de encuentros, y al final ni siquiera pudo ganar el cotejo en el que debía sumar de a tres para aspirar a la clasificación.
El empate con Wilstermann en Cochabamba (1-1), terminó por desinflar el globo de la ilusión y los estrelló con la realidad de la eliminación. De nada sirvió la llegada de Tucho Antelo en lugar del paraguayo Buenaventura Ferreira. Oriente siguió sin una línea de juego definida y con jugadores que le aportan a cuentagotas su talento.
Guido Loayza y Miguel Antelo, presidente de Bolívar y Oriente, respectivamente, fueron protagonistas de las épocas gloriosas en sus clubes, por eso no ocultan su decepción y reconocen el fracaso.

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