España se metió en cuartos de final de la mano de su jugador más desequilibrante: David Villa. El atacante encaminó el triunfo español ante Portugal como lo había hecho frente a frente a Honduras y Chile.
El Guaje, como le dicen en su país, que significa niño, es quien en este momento cambia la monotonía en el que cae el equipo español por el exceso de toques lateralizados y poco profundos, y convierte lo intrascendente en trascendente.
Gracias a Villa España avanza en la Copa del Mundo sin deslumbrar pero creciendo de a poco en su juego, en busca de aquel rendimiento que deslumbrara en la Eurocopa y del que hoy está lejos.
Brasil también continúa en carrera tras dejar en el camino a Chile. Los brasileños impusieron su mayor peso futbolístico, su tradición y jerarquía ante un equipo que le jugó con valentía, y que lo complicó la primera media hora.
Este Brasil de laboratorio, armado pensando más en la eficiencia que en la belleza de su juego, cambió el rumbo del partido en un tiro de esquina, tras una jugada preparada, muy parecida a las que se realizan en básquet, con cortina incluida, que culminó exitosamente Juan.
Después aparecieron el talento de Kaká, la habilidad de Robinho y la eficacia de Luis Fabiano, sustentados en la seguridad que brindan el arquero Julio César y los zagueros Lucio y Juan, para ganar con comodidad.
Holanda tampoco no afloja. Le ganó con tranquilidad a Eslovaquia y con un Robben recuperado, desequilibrante. Es un equipo que todavía no mostró todo lo que puede dar.
A Paraguay no le resultó fácil pero también sigue adelante. Japón fue un duro adversario al que sólo pudo doblegar en la ejecución de tiros penales.
Sudamérica hizo historia con cuatro equipos de los ocho en cuartos de final y va por la Copa con firmes aspirantes.
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