Rompió los pronósticos, tal como lo había hecho en la apertura de Copa América, no hace mucho, en La Plata, con un sorpresivo empate, y propinándole una goleada histórica en la anterior eliminatoria, en La Paz, con aquel recordado 6-1.
Bolivia pasó, de pronto, de víctima eterna a inesperado tropiezo que le complica la vida a la siempre orgullosa Argentina, con tres resultados consecutivos que sorprenden a propios y extraños.
Ayer, puso freno a lo parecía una caída libre en esta eliminatoria, tras dos derrotas consecutivas, al sumar su primer punto en el momento menos pensado y ante el rival que menos se esperaba. Pero el fútbol tiene esas cosas que lo tornan impredecible y, por ende, apasionante.
Una actuación solidaria, sustentada por una sacrificada labor defensiva le permitió a Bolivia complicarle el partido a una Argentina que se mostró confusa, con poca inspiración y con sus principales estrellas apagadas.
El equipo boliviano le cortó una vez más los circuitos futbolísticos cerca al semicírculo del área boliviana y de esa manera ni Messi, ni Higuaín ni Pastore no encontraron los espacios necesarios para armar juego y generar peligro.
La actuación del seleccionado nacional quedó reflejada en Martins. El delantero batalló incansablemente en forma solitaria y tuvo su premio al lograr un gran gol que silenció el estadio Monumental.
Bolivia no se descontroló tras el empate logrado por Lavezzi y aguantó firme hasta el final. El punto cayó como un bálsamo, por eso se lo festejó como si fuese un triunfo.
* Foto La Razón
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