En realidad, antes que nada, la dirigencia de Blooming tendría que realizar una severa autocrítica, evaluar las últimas gestiones, determinar la causa de sus males, aquellos que lo llevaron a sumar fracasos en forma consecutiva, para corregir lo que hicieron mal y cambiar el rumbo.
Continuar como está sería un gran error, ya que de un tiempo a esta parte dejó de ser la institución seria, coherente, casi ejemplar, ganadora, con un equipo y un patrimonio envidiables, para convertirse en un club en crisis.
Blooming necesita recuperar la identidad perdida, dentro y fuera de la cancha, aquella que lo supo distinguir como club ganador, de buen fútbol, que extravió hace tiempo y lo hizo transitar sin rumbo definido en los últimos años, sumando más derrotas que triunfos.
Institucionalmente, a la actual directiva no le conviene seguir cerrando puertas a seguidores y opositores, al contrario, debería abrirlas, y gestionar un acercamiento con quienes tiene diferencias para recuperar fortaleza.
Deportivamente necesita potenciar un plantel con jugadores que se conviertan en referentes, sumar valores de real jerarquía y dejar de lado a los elementos negativos que hicieron fracasar a varios entrenadores, para generar entusiasmo en sus hinchas.
Malvestiti se cansó de repetir que este equipo no lo armó él, deslindando su responsabilidad en la pobre campaña, pese a que lo dirigió en diez de las doce fechas. Sin embargo, tendrá que afrontar la próxima temporada con la misma base. ¿Podrá salir adelante con jugadores en los cuales no confía?
No es un buen comienzo para Blooming, que tiene poco margen de error en la próxima temporada.
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