
Los puntos cedidos en el Hernando Siles, diez de dieciocho, son demasiados para aspirar a algo, mucho más en una selección que casi no suma nunca de visitante.
Apenas tiene nueve puntos, ocho de los cuales los obtuvo en La Paz y uno en Buenos Aires, producto del sorpresivo empate con Argentina. Poco, muy poco para pelear aunque sea por el quinto lugar, el del repechaje, que hoy lo disputan Chile y Venezuela, igualados en quince puntos, seis más que Bolivia.
De Argentina, Ecuador y Colombia, ni hablar, que tienen un pie en la Copa del Mundo.
Además, de los cinco partidos que le quedan en la eliminatoria, Bolivia será local en dos ocasiones (Venezuela y Ecuador) y visitante en tres (Chile, Paraguay y Perú).
Bolivia es el rival a vencer porque los puntos son vitales para casi todos sus rivales de turno, a excepción de Paraguay, que marcha último en la tabla. Por lo tanto, bailará con la más fea, de local y visitante, en su peor momento futbolístico.
El abandono no está permitido, tampoco se puede pedir licencia. Como van las cosas, cualquiera de las dos opciones hubiese sido válida. Por lo tanto está obligada a seguir sufriendo esta especie de vía crucis.
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