A los dirigentes les cayó como una papa caliente el pedido, propuesta o sugerencia del presidente Evo Morales, de que los nueve departamentos del país tengan representantes en la Liga del Fútbol Profesional Boliviano.
No saben qué hacer, porque por un lado saben que en el fútbol debe haber mérito deportivo y por otro no quieren quedar mal con el mandatario que piensa que el fútbol debe unir Bolivia y que una manera de conseguirlo es dando cabida a equipos sin que medie una competencia.
Creo que no tendría ser un quebradero de cabeza para los dirigentes el pedido de Morales. Lo único que deberían hacer es revisar la historia de nuestro fútbol y animarse a romper sus esquemas.
La solución no es tan difícil y tiene que ver con los viejos campeonatos nacionales que se disputaban en otras épocas, aquellos que se organizaban a partir de octubre y que contaban con la participación de dos representantes por departamento, que clasificaban en sus torneos regionales.
Por ejemplo, en 1961 se jugó la Copa Nacional, por eliminación, con la participación de Municipal (La Paz), Aurora (Cochabamba), Racing (Llallagua), Beni (Riberalta), Petrolero (Santa Cruz), Policar (Sucre), Ciclón (Tarija), Nacional (Potosí), Atlético Alianza (Uyuni), The Strongest (Pulacayo), Ferroviario (Tupiza), Oriente (Trinidad), Deportivo Huanuni, Petroleros (Oruro), Pando (Cobija) y Deportivo Chaco (Colquiri). Municipal fue el campeón y clasificó a la Copa Libertadores de América.
De esa manera también se conoció a La Bélgica, a Miners Japo de Oruro, a los potosinos Independiente Unificada, Wilstermann Cooperativa y Stormers Petrolero (foto), a Litoral de Cochabamba, Oruro Royal y Oeste Petrolero, 31 de Octubre y Mariscal Santa Cruz de La Paz, Universidad de Santa Cruz, y Fancesa de Sucre.
También vale como ejemplo el Torneo Integrado, disputado a fines de los 70, entre equipos de Santa Cruz y Cochabamba y que resultó todo un éxito, aquel en el que participaron Ayacucho Festaco, Tránsito de Cochabamba, entre otros, y que acabó ganando Oriente Petrolero.
Si aquellas veces, con menos condiciones, se pudo organizar algo así, hoy podrían llevarse a cabo certámenes similares. Urge pensar en algo más que los doce clubes ligueros para sacudir de la modorra al fútbol boliviano y resucitar el fútbol asociacionista que está casi moribundo por la falta de incentivos. Una prueba de ello es que cada vez surgen menos jugadores y los clubes profesionales se ven en dificultades para completar sus planteles.
Los dirigentes, con su experiencia, seguramente podrían hacerlo viable. Valdría la pena intentarlo.
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