sábado, 13 de febrero de 2010

LA COPA, SE MIRA Y NO SE TOCA

La Copa Libertadores de América pasó de ser un lindo desafío y se convirtió en una pesadilla para los equipos bolivianos. Hoy es un compromiso en el cual están más cerca de la decepción y el papelón, que de una campaña aunque sea decorosa.
Es una especie de vía crucis anual que esta vez empezó con Real Potosí, que aguantó sólo dos estaciones, y continúa con Bolívar y Blooming, frustrados en sus primeras presentaciones a raíz de las sendas derrotas en condición de local.
Los potosinos fueron vapuleados por el Cruzeiro, en tanto que las academias sucumbieron frente a los peruanos Universitario y Alianza Lima, que no superan la tercera línea en el fútbol sudamericano, es decir, no tienen el poderío de brasileños, argentinos o paraguayos.
¿Qué ocurre? ¿Por qué no se puede ni siquiera con rivales que no están tan lejos del alcance futbolístico, como, en este caso, los peruanos? Y no se trata de ser campeones, sino simplemente de poder superar por lo menos una fase.
En el caso de Bolívar, pienso que tiene que ver con una cuestión de argumentos futbolísticos, ya que por cuestiones de altura, los rivales se cuidan, no le juegan de igual a igual, le ceden la iniciativa, y sin embargo no puede hacer valer su localía. Ataca, juega casi todo el tiempo en campo contrario, pero no traduce en goles su dominio, es inoperante e inefectivo.
En cuanto a Blooming, que la tiene más complicada porque los rivales vienen a jugarle de igual a igual, el asunto, me parece, está relacionado con el tema sicológico y estratégico. Dio ventajas en estos aspectos y empezó pagándolo caro de arranque.
Por una parte, no se mentalizó como debía para afrontar un certamen distinto al local, mucho más exigente, competitivo, con otro ritmo de juego. Perdió confianza de entrada, los nervios minaron sus fuerzas y terminó siendo un equipo con un potencial inferior al que realmente tiene. Careció de fortaleza mental para reponerse a la adversidad.

La perdida de confianza está relacionada al fracaso táctico y estratégico. Blooming se encontró de pronto con un rival que no conocía, que lo sorprendió individual y colectivamente. El factor sorpresa hizo trizas su confianza, porque se vio superado e incapaz de resolver el problema al no tener armas para ello.
En resumen, creo que el gran problema de los equipos bolivianos en los torneos internacionales es que no se preparan adecuadamente. Se alistan igual que para un certamen local, cuando las exigencias son totalmente distintas. Tampoco hacen hincapié en el aspecto sicológico, en la importancia de la fortaleza mental, que también se logra con trabajo.
Los jugadores deciden en la cancha, es verdad, pero los entrenadores planifican. Ahí radica su gran responsabilidad. Y si pasan por alto detalles importantes, condenarán al fracaso a sus equipos.

El fútbol boliviano, a través de sus tres representantes, vuelve a estrellarse con una dura realidad que no puede cambiar. Está por debajo de todos, en el fondo de la tabla, dueño de un presente pobre y un futuro nada esperanzador.

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