Bolívar perdió porque no jugó bien. Alianza Lima desnudó todas las limitaciones del equipo paceño con una estrategia simple y un planteamiento correcto, que le permitieron lograr un triunfo valioso.
El fútbol no fue cruel con Bolívar la tarde ayer en el Hernando Siles, contrariamente a lo que piensa el entrenador de la Academia altiplánica, Santiago Escobar, simplemente castigó al inoperante y premió al eficiente.
Porque Bolívar fue un equipo sin volumen de juego ofensivo, intrascendente en el mediocampo y endeble en defensa; limitado a remates de fuera del área ante su falta de profundidad, sin creación ni sorpresa e inseguro en la marca.
Alianza Lima lo tenía bien estudiado. Por eso lo esperó cerca a su área, le "ensució" la circulación de la pelota en el mediocampo y fue punzante en los contragolpes. Además, contó con un arquero muy atento a los zapatazos. Lo enredó y luego lo liquidó.
Siendo un equipo modesto en comparación a sus grandes formaciones de otras épocas, el cuadro peruano se mostró más firme y contundente. Los estiletazos de Fernández y Montaño acabaron con los pataleos del rival.
Bolívar, siempre aferrado al desgaste de los rivales por la altura, no pudo sacar ventaja en este aspecto porque Alianza vino aclimatado y preparado para aguantar sus embates. Generó unas cuantas situaciones de gol pero tampoco las aprovechó. Otro ítem en la columna del "debe".
El fútbol no fue cruel, insisto, lo único que hizo fue poner en evidencia una realidad. Bolívar es mucho menos de lo que algunos creen, entre los que se cuentan su entrenador y el mecenas del club (Marcelo Claure).
Lo cierto es que esta derrota fue un trago demasiado amargo para empezar la Copa Libertadores de América.
* Foto Jornada
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