Si repasamos la historia del fútbol boliviano y de las selecciones nacionales, veremos que los futbolistas naturalizados desplazan a los nativos sólo cuando éstos no tienen calidad ni jerarquía. los foráneos no han sido salvadores de la patria, pero tampoco son culpables de nada, al contrario, han ayudado a disimular o paliar épocas de vacas flacas en cuanto a surgimiento de jugadores.
Hay veces que es necesario incluir naturalizados y otras no. Los antecedentes demuestran que todo depende del estado de ánimo que generan las campañas para la cabida de los naturalizados en la Selección. Existen varios casos en la historia de nuestro fútbol desde la década de los cincuenta, pero partamos en los años 70, para no ir muy atrás.
Bolivia realizó una buena campaña en las eliminatorias de México 70 con los argentinos Julio Alberto Díaz, Mario Rojas, Raúl Álvarez, el Gitano Juan Farías y el Tanque Juan Américo Díaz. Luego se vino una renovación total con la aparición de muchos jugadores cruceños y chaqueños. La Mini copa disputada en Brasil en 1972, denominada Copa Independencia, fue la oportunidad para ello. Con Rubén Saldaña al frente Bolivia tenía en sus filas al Flaco Frey, Choco Antelo, Saucedo Landa, Choco Leaños, Nicolás Linares, Luis Iriondo, Tito Saavedra, Rimazza, Ovidio Messa, el Indio Chávez, el cura Jota Jota Jiménez, Jorge Moreno, Tamayá Jiménez, Mario Pariente, Ramiro Blacut, Juan Carlos Fernández, entre otros. Todos nacionales.
Esta fue la base para las eliminatorias de Alemania 74, en la que la Selección formaba con C.C. Jiménez, Angulo, Pérez, Antelo, Iriondo; Freddy Vargas, Guido Costa, Messa; Calichín Morales, Linares y Fernández.
Como no le fue bien, en la Copa América del 75, retornaron los naturalizados: Mario Rojas, Luis Liendo y el Tanque Díaz.
Para las eliminatorias del Mundial Argentina 78, el técnico Wilfredo Camacho formaba el siguiente equipo: C. C. Jiménez, Jorge Campos, Jimmy Lima, Rimazza y Pablo Baldivieso; Angulo, Carlos Aragonés y Messa (Romero); Saucedo Landa, Tamayá Jiménez y Miguel Aguilar. Todos nativos.
Luego del fracaso de la Liguilla de Cali (goleadas de Brasil y Perú), se decidió armar una nueva Selección con mayoría de naturalizados para enfrentar a Hungría en el repechaje. El entrenador alemán Edward Virba llamó a los paraguayos Luis y Arturo Galarza, los argentinos Emilio Ludueña, René Domingo Taritolay, Horacio Awad y el Zorro Luis Fernando Bastida, y el chileno Víctor Villalón, que se sumaron a Angulo, Aragonés, Aguilar, Del Llano, Edgar Vaca, Chichi Romero, Freddy Vargas, Messa, Erwin Espinoza, Morales, Campos, el chapaco Juan Carlos Sánchez, y Lima.
En la Copa América del 79, nuevamente sólo nacionales: C.C. Jiménez (Hoyos), Ramiro Vargas, Espinoza, Edgar Vaca (Rogelio Delfín), Del Llano; Aragonés, Angulo, Romero (David Paniagua); Carlos Borja Jesús Reynaldo (Messa) y Aguilar. También alternaban Luis González y Aldo Fierro.
Entre 1979 y 1985, Bolivia contaba con una buena base nacional, por eso sólo jugó con nacionales. La generación de recambio la integraban Milton Melgar, el chocolatín Ramiro Castillo, Silvio Rojas, Rolando Coimbra, Migue Noro, Marco Barrero, el zaguero Carlos Arias, Eduardo Terrazas, Edgar Castillo, Tucho Antelo, Marciano Saldías, Roberto Pérez, Gastón Taborga, Luis Fernando Salinas y Oscar Ramírez.
Para las eliminatorias de México 86, el chileno Raúl Pino confió en el gran goleador formoseño Juan Carlos Sánchez Frías y en el golero guaraní Luis Galarza. Un poco antes, el argentino Chamaco Rodríguez, que tuvo un paso fugaz al frente de la Selección, había tomado en cuenta a sus coterráneos Miguel Bengolea, Ludueña y Ricardo Fontana.
En la Copa América de 1987, el DT argentino Nito Veiga citó al ya veterano Lucho Galarza alternaba en el arco con Marco Barrero. En la Copa del 89, se sumaron a Galarza su coterráneo Eligio Martínez y el argentino Ricardo Fontana, convocados por el también argentino Jorge Habegger para apuntalar a jóvenes como Rómer Roca, Saldías, el diablo Marco Antonio Etcheverry, Roly Paniagua, Erwin Sánchez, Álvaro Peña, Miguel Rimba, Arturo García y Pancho Takeo, sumados al grupo de los Melgar, Borja, Chocolatín Castillo, Eduardo Villegas, el chapaco Salinas y Ferrufino.
En el 91, Ramiro Blacut dejó de lado los naturalizados y confió en la nueva generación integrada por Víctor Aragón, Mauricio Soria, Chicho Suárez, Jiguchi, Juan Carlos Chávez, Julio César Baldivieso, Jaime Moreno, Juan Manuel Peña, Pepelucho Medrano, el Puma Soruco y el camba Modesto Molina.
El vasco Xabier Azkargorta tampoco prescindió de los extranjeros que adquirieron la nacionalidad boliviana pese a que contaba con una gran generación de futbolistas nacionales, y para disputar la Copa América del 93 y las eliminatorias del Mundial Estados Unidos 94 convocó al paraguayo Darío Rojas y a los argentinos Luis Cristaldo, Gustavo Quinteros y Carlos Trucco.
Después fueron citados los argentinos Fernando Ochoaizpur (1996) y Leonardo Fernández (2004), el brasileño Alex Da Rosa (2004), y el paraguayo Pablo Escobar (2008).
Curiosamente, España, la Selección favorita para ganar el Mundial de Sudáfrica, admirada por su juego y considerada la mejor del planeta fútbol, se encuentra en la cumbre justo en el momento cuando su Liga cuenta con la mayor cantidad de futbolistas foráneos, a tal punto que incluso el Real Madrid llegó a tener en cancha menos jugadores españoles que el Liverpool inglés.
No es un consuelo de tontos, pero vale para no dramatizar. Insisto, son épocas. Un extranjero más o menos no creo que cambie la historia, si al fin y al cabo tiene que jugar el mejor. Habrá un momento en el que los futbolistas bolivianos desplacen a los extranjeros por calidad y no por decreto.
* Foto: La Selección del 77 sin naturalizados: arriba, Primo Gadea (kinesiólogo), Conrado Jiménez, Angulo, Pablo Baldivieso, Lima, Góngora y Rimazza; abajo, Calichín Morales, Aragonés, Reynaldo, Romero y Saucedo Landa.
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