Gualberto Mojica es el mejor jugador del fútbol boliviano. Fue elegido por una gran mayoría de periodistas deportivos de todo el país y por esa razón recibió el Premio Mayor que otorga el diario El Deber.
La puja fue con otro valor destacado de nuestro fútbol, el paraguayo naturalizado boliviano Pablo Daniel Escobar, quien quedó segundo en la votación de la terna elegida por el diario cruceño. También formaba parte de la misma el uruguayo William Ferreira, que recibió muy pocos votos.
Mojica y Escobar representaban la estética y la eficacia en el juego, la eficiencia y la entrega, el talento y la vitalidad, la técnica depurada y el vértigo contagioso, dos características distintas al servicio del fútbol, ambas valiosas y necesarias.
Los hermosos y numerosos goles, la madurez futbolística y el juego cerebral de Mojica al servicio de Oriente Petrolero inclinaron la balanza notoriamente a su favor y por ello recibió el Premio Mayor.
El segundo semestre del año pasado y la primera parte de la presente temporada, especialmente esta última, fueron sobresalientes. Mojica se puso al hombro a Oriente, se convirtió en su director de orquesta, le dio ordenó en el campo, le aportó sentido, a partir de su buena interpretación del juego.
Mojica creció como mucho jugador en este último tiempo. Es, para mí, lo más parecido a René Domingo Taritolay, aquel talentoso mediocampista argentino que vistió la camiseta de Oriente en los años 70 (también pasó por Bolivar, Blooming y Destroyers). Juega y hace jugar, ordena, manda, distribuye y hace goles gracias a su gran técnica e inteligencia.
Tuvo un gran rival en la votación, porque Pablo Escobar fue vital en el bicampeonato de The Strongest. Pero queda claro que, para muchos, en el fútbol siguen siendo importante los medios que se utilizan para lograr un fin. O sea, cómo se juega para ganar.
Mojica juega muy bien al fútbol, por eso, el Premio Mayor está en buenas manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario