Perdió con Sport Boys un amistoso de preparación y puso en evidencia una vez más su falta de funcionamiento colectivo, sus problemas en defensa, en creación y en ataque.
No por nada quedó eliminado rápido de la Copa Cine Center. En los dos clásicos no anotó ningún gol, le convirtieron tres y generó muy pocas situaciones de peligro.
Blooming tiene un problema con los que se encargan de armar su plantel, son estos quienes no eligen los jugadores que su equipo necesita.
Es llamativo que el propio Néstor Clausen, quien manifiesta su preocupación por lo mal que juega Blooming, haya pasado por alto que un equipo depende de la calidad y la característica de sus futbolistas.
Basta echar un vistazo al plantel actual para darse cuenta del por qué no funciona otra vez. Lo curioso es que lo mismo le pasó en los últimos torneos, se equivocan al evaluar a los jugadores y al elegir qué es lo que necesitan para potenciar su plantel.
No es tan difícil ver que Blooming no tiene un zaguero de jerarquía que organice y le de solvencia a la defensa. El uruguayo Díaz alterna aciertos con groseros errores y Rivero no termina de asentarse con la casaca celeste.
Tampoco que no cuenta con mediocampistas de buen manejo, a excepción de Miguel Loaiza. El colombiano Valdés es un lento “pasador” de pelota, incapaz de gambetear, en tanto que el paraguayo Argüello está solo para la lucha en la obstrucción. Ambos no contribuyen con la generación de juego.
Chávez corre más de lo que juega, o sea, no administra la pelota ni arma jugadas, y Jiménez es un fuerte lateral devenido en “carrilero” que ofrece velocidad pero no aporta claridad. El chaqueño Segovia es hábil pero le falta encajar en el esquema que pretende Clausen, en realidad porque no lo ubican bien en la cancha: ¡no es lateral ni lateral volante! No tiene marca y lo desgastan corriendo por el lateral.
Blooming espera a Loaiza como a un mesías, un salvador que le ayude a encontrar el rumbo, cuando en realidad el ex Real Potosí y San José no es un organizador o armador, es un media punta escurridizo que puede aportar desequilibrio desde la individualidad, pero difícilmente se convierta en el líder futbolístico.
En el ataque, tampoco arma jugadas para que las finalicen sus delanteros, por eso tanto Boyero (que necesita espacios y pelotas en el área) como Díaz (frágil, poco agresivo) naufragan en la inefectividad. Hugo Bargas aún no muestra la capacidad ofensiva que se fue a buscar en él.
La esencia del fútbol como juego parte de algo elemental, la pelota, que es la piedra filosofal, por lo tanto, si no se la maneja bien, no se pueden dar tres pases seguidos de manera correcta, ni existe capacidad para gambetear y desequilibrar, un equipo naufraga y va camino al fracaso. Y en Blooming pasa eso.
La esencia del fútbol como juego parte de algo elemental, la pelota, que es la piedra filosofal, por lo tanto, si no se la maneja bien, no se pueden dar tres pases seguidos de manera correcta, ni existe capacidad para gambetear y desequilibrar, un equipo naufraga y va camino al fracaso. Y en Blooming pasa eso.
Blooming sigue necesitando tres jugadores de peso: uno atrás (solvente, con experiencia), otro en el medio (con presencia y buen manejo) y un tercero en ataque (agresivo, punzante). Mientras no los incorpore, seguirá padeciendo futbolísticamente y transitará en la cornisa, al borde de un papelón internacional.
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