¡Qué mal que se está jugando! Lo que ofrecieron Blooming y Oriente Petrolero anoche, en el Tahuichi Aguilera, fue realmente lamentable en cuanto a producción futbolística.
Y no es algo aislado, al contrario, partidos como el ayer se repiten una y otra vez en el torneo Clausura.
Este fue uno de los peores clásicos cruceño que recuerdo. Con dos equipos empecinados en utilizar el pelotazo como argumento ofensivo, que dividían la pelota a cada momento, a los que les costaba horrores jugar al ras del piso.
Se jugaba tan mal que me dieron ganas de levantarme de mi asiento e irme del estadio. Es que era insoportable lo que se veía en la cancha. Jugadores que no daban dos pases seguidos, arqueros entercados en sorprender con tiros de fondo anunciados, mediocampistas siempre apurados e incapaces de hacer una pausa.
Era tal el desorden y la desprolijidad futbolística, que en determinado momento de la primera etapa el Negro Castillo se acercó al banco de suplentes para pedirle a Carlos Aragonés que les dijera a sus compañeros que pusieran fin a los pelotazos.
Si un equipo es el reflejo de su entrenador, cuesta creer que Bloming juegue como lo está haciendo, que trate tan mal la pelota, ya que Aragonés fue un excelente mediocampista, uno de los mejores de la historia del fútbol boliviano, sin temor a equivocarme, que se distinguía justamente por su técnica, su juego atildado, pulcro, vistoso y efectivo, además de contar con una visión de campo y su capacidad para el gol. Nada que ver con lo que es hoy por hoy la Academia.
Oriente alterna momentos buenos y malos, aunque lo suyo no es tan alarmante, ya que Gustavo Quinteros, un ex volante devenido en marcador central de buena técnica, ha logrado inculcar una idea cercana a lo que él era como futbolista. De igual manera, lo de los albiverdes, ayer, fue llamativo por la pobreza de su juego, por la obstinación a dividir tanto la pelota.
Ambos equipos están bien ubicados en la tabla de posiciones, pero les costará mucho mantener su condición de candidatos si continúan a las patadas con la pelota, si no se esmeran en tratarla un poco mejor.
* Foto El Deber.
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