Blooming fue un menú variado, ayer, con entrada rápida y liviana, una sopa sabrosa y un segundo consistente. Traducido al fútbol: velocidad y simplicidad de inicio, elaboración para abrir el marcador y contundencia en el área rival.
Pero se hartó temprano, quizá por aquella voracidad casi desesperada en el afán de saciar el hambre, y dejó en la mesa manjares de distintos sabores y con aromas... de gol. Es decir, todo le duró un tiempo. Después, entre el apuro por concretar y ganar el partido, se excitó un poco, perdió esa tranquilidad que se necesita en los momentos decisivos, y desaprovechó las chances que tuvo en la parte complementaria.
El problema fue que a causa del hartazgo de marras, Blooming le dejó el postre a San José. Un delicioso flan casero, que el visitante, ni corto ni perezoso, y agradecido por la gentileza, saboreó y disfrutó.
Sí, porque la defensa de Blooming no fue eso, una especie de flan, ese postre dulce, un tanto gelatinoso, que si algo le falta es solidez. Anoche, entre Zabala, Jáuregui y Cotoca González se encargaron de desestabilizar a un equipo que, pese a ello, jugó bastante bien.
Los tres fueron como la leche, el huevo y el azúcar que le dan forma al postre casero. No lograron armar un bloque sólido, compacto, pese a que por lo general actuaban en superioridad numérica ante el escuálido ataque orureño.
Blooming tenía la mesa servida para el banquete, había hecho todo para disfrutar del mismo, se deleitó por momentos, pero fue demasiado generoso con San José, que al final quedó más que satisfecho simplemente con el postre.
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