martes, 30 de noviembre de 2010

EL DUEÑO DE LA PELOTA

Bolívar terminó segundo, clasificó a la Copa Libertadores de América, pero qué lejos que está de otras formaciones celestes que despertaban admiración y envidia sana en los hinchas de otros equipos. No por nada lleva conquistados quince campeonatos en la Liga del Fútbol Profesional Boliviano.
Hoy se puede decir, sin temor a equivocarnos, que el tiempo pasado fue mejor, ya que este equipo e incluso el del año pasado, no tienen nada que ver con los de otras temporadas, con aquellos que conquistaron la mayor parte de los títulos, plagados de figuras, nacionales y extranjeras.
El Bolívar que vi el domingo, ante Blooming, y en otras ocasiones en este año, no es ni la sombra de aquellos, en cuanto a actitud, mentalidad y capacidad individual.
El pobre presente está estrechamente ligado al plantel, a la jerarquía de sus integrantes, y no tanto a sus entrenadores, que, por general, acaban dirigiendo formaciones que fueron armadas por los dirigentes.
Por eso llama la atención que Néstor Clausen se encuentre en la cuerda floja, si él llegó en plena temporada y no tiene mayor responsabilidad en la conformación del plantel. Es más, tuvo que conformarse con lo que que encontró, que, queda claro, fue muy poco, futbolísticamente hablando.

Sin embargo, no sería novedad que echen a Clausen, si recordamos que el año pasado despidieron a Gustavo Quinteros, a pesar de las buenas campañas, que incluyeron la conquista de la Copa AeroSur, el torneo Apertura y el subcampeonato en el Clausura.
En esta ocasión, Bolívar no logró ninguno de los torneos y quien le arruinó la fiesta en el Clausura, fue Oriente Petrolero, el equipo que dirige... Quinteros. ¡Vaya ironía! El entrenador despedido por "defensivo" terminó ganando uno de los torneos y su equipo fue el que mayor cantidad de puntos sumó en el año.
Queda a la vista que hay alguien que está haciendo las cosas mal, ya sea por exitismo desmedido, sobrevaloración del plantel, mal asesoramiento, desconocimiento del tema, o, de todo un poco.
¿Los dirigentes? A la distancia, por lo que se ve, lee y escucha, pareciera que están todos "dibujados". Y los caprichos, o desatinos, tendrían nombre y apellido. Pero, se sabe, en el fútbol, se trate de un juego de chicos o de grandes ligas, el que manda es el dueño de la pelota, o mejor dicho, en este caso, el dueño de la plata.

* Ilustración de Clarín.

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