lunes, 1 de noviembre de 2010

LO MANDÓ AL DIABLO

Blooming empezaba a agradecer a todos los santos por el triunfo, pero en eso Guabirá se vistió de diablo y le amargó la noche (¿y el campeonato?) arrebatándole de las manos la victoria.
El triunfo inminente se transformó de pronto en una amarga derrota, en una dura lección para quien cree que el fútbol es sólo correr y que el pensar dentro de una cancha no es necesario, y un premio para aquel que aún vencido no deja de luchar.
Blooming no había sido superior en el juego, ya que retornó, tras un pequeño lapsus ante San José, a aquel "estilo" que adoptó este año, el del pelotazo dividido, sin sentido, incomodado por un Guabirá que presionaba en media cancha y esperaba el momento oportuno para atacar.
Pese a ello consiguió dos goles de ventaja (Castillo primero y Monteiro después) y el partido parecía liquidado. Pero Blooming tiene un grave problema, no sabe qué hacer con la pelota en su poder y cuando no la tiene, le cuesta recuperarla. Entonces, queda siempre a merced del rival.
A Guabirá le bastó con el buen manejo de Arce y la voluntad del resto para complicarle la vida en diez minutos. No bajó los brazos ni cuando Ruth le atajó el penal al argentino, como si se hubiese dado cuenta que Blooming siempre te da una mano con sus yerros e ingenuidades defensivas.
Y así fue. La defensa celeste, con una notable ausencia de liderazgo, empezó a flaquear porque no trabaja en equipo, no tiene quien la ayude a ordenarse ni a evitar que cada uno de sus integrantes actúe por su cuenta, facilitando las cosas a un cuadro azucarero muy despierto para sacar ventaja.
Guabirá convirtió a Blooming en un espejismo futbolístico que había generado ilusiones con la posibilidad de ser campeón de este irregular torneo Clausura.

* Foto El Deber.

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