La academia logró tres puntos de oro en la tierra de la plata, arriesgando casi nada y especulando mucho, cerrando filas, saliendo poco y quedándose casi siempre carca a su área, pensando mucho en el arco propio que en el contrario.
De esa manera, agrupando gente, enredó a Real Potosí, no le dio ventajas para rematar al arco, fórmula que utiliza siempre para abrir los partidos cuando los rivales se les cierran, lo obligó a pensar, pero no le llovieron al buenas ideas.
Blooming fue pragmatismo puro. Se defendió sin ponerse colorado en el afán de no perder. Su idea no era ganar, seguramente, sí traerse un punto, y al final consiguió tres, en un hito histórico, porque en más de una década no había ganado nunca en el estadio potosino.
Sacripanti anotó el gol en una jugada de contragolpe que nació en la presión de Valdez a la salida de los potosinos en el medio. El argentino no falló, la academia pasó a ganar y después defendió con alma y vida la ventaja.
La solidez de Galarza, la firmeza de Enrique Díaz y la incansable tarea de Melgar apuntalaron a un equipo celeste que fue solidario, expeditivo y sereno.
El triunfo vale un Potosí, apelando a esa vieja expresión acuñada cuando la Villa Imperial era famosa por la plata del Cerro Rico. Le permitió quedar en la punta y aumentar un poco su ventaja en la tabla.
Blooming ganó donde nunca podía y cuando pocos creían. Así es. Fue a la villa y no perdió la silla.
3 comentarios:
Es "Enrique Diaz", no Edgardo... Saludo
Es cierto, gracias.
De nada! Saludos
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