Era imposible que un equipo con tantos "horrores" defensivos como la academia celeste pueda aspirar a algo frente a un adversario de mayor jerarquía como el chileno. Y así fue. La Católica se impuso con facilidad.
Blooming, que iba en busca de la clasificación tras igualar en santa Cruz 1 a 1, se encargó de allanarle el camino a los trasandinos en Santiago. Le abrió la defensa, le otorgó ventajas en la marca y atacó poco, casi nada.
En el primer gol, el atacante chileno (Martínez) cabeceó solo, casi desde el mismo lugar que Andaveris le anotó el domingo en Cochabamba en la derrota celeste ante Wilstermann. Iban apenas 11 minutos y la defensa ya estaba mal parada.
Un rato después, a los 28, Limbert Méndez, el mismo que se descuidó de Martínez y Andaveris, cometió un penal en acción infantil, tras error conceptual suyo: se tiró al piso sin necesidad dentro del área en su intento de frenar al argentino Peralta, quedó sin posibilidad de recuperación y decidió tomar de la pierna al jugador de la Católica. El penal lo anotó Ríos.
Para cerrar la pobre faena defensiva, un nuevo error (y van…) en la zaga celeste que fue bien aprovechado por González para el 3-0 lapidario.
La defensa de Blooming fue territorio liberado, como ocurre habitualmente. Nadie tomó las marcas como corresponde. No existió marca a presión a los contrarios. Otorgó siempre tiempo y espacio al rival. El mediocampo, en la zona de contención, también actúa con la misma pasividad.
Quizá todo esto sucede porque el cuerpo técnico prefiere la zona, donde nadie tiene responsabilidades concretas. Además, obviamente de la notoria falta de jerarquía de algunos jugadores, y de la improvisación en algún puesto de la defensa (Melgar no es lateral…).
Blooming es muy débil en defensa y volvió a sufrir por ello. Si no corrige ese defecto, seguirán los tragos amargos, como el de esta Copa.
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