Ayer, ante Wilstermann, como el otro día frente a Real Potosí, Blooming fue un equipo totalmente vulnerable, al que es muy fácil doblegar porque marca mal, tanto en conjunto como individualmente.
Sus zagueros no toman las marcas correctamente, pierden con facilidad la referencia por mirar solo la pelota, y terminan siendo espectadores de la reacción del contrario. A esto se suma que al golero Galarza le cuesta salir de su arco.
En el gol del empate aviador, la pelota cruzó el área sin ser interceptada por ningún defensor, y después el arquero dudó en salir y dio tiempo al atacante De Francesco para acomodarse y definir.
En el segundo de Wilstermann, el yungueño Andaveris, que es el más alto y buen cabeceador, cabeceó libre, sin saltar, desde el punto del penal, un sector donde por lo general se concentran los defensores en los tiros de esquina.
Ayer, Blooming empezó ganando y terminó perdiendo porque no pudo sostener el resultado debido a esa falta de fortaleza a la hora a de defender. No le alcanzó con la intención del buen juego ni con el golazo tempranero del franco argentino Bargas.
No hay buen equipo sin una defensa sólida, firme. Y Blooming sufre por eso. Está indefenso.
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