Oriente Petrolero perdió la madre de las batallas, el partido que debía ganar, nada menos que el clásico, con todo lo que representa este duelo para los cruceños.
Cayó ante Blooming en este encuentro tan especial y llenó de signos de interrogación su recta final en el torneo, en el que lucha por quedarse con el título.
Oriente supo ganar muchas de estas batallas, pero la de ayer, las más importantes de los últimos tiempos quizás, no supo ganarla, y acabó mordiendo el polvo de la derrota.
De puntero pletórico, solitario y gran candidato pasó a ser un líder triste y preocupado que comparte tal condición, aunque con peor diferencia de gol y un partido más que Bolívar, que es quien le disputa la gloria.
Oriente fue de mayor a menor en el partido y pasó, abruptamente, de la alegría inconmensurable a la tristeza sin remedio, presa, en el segundo tiempo, de un inmovilismo que le dio vida a Blooming.
En el primer tiempo abrumó a Blooming sacando provecho del total descontrol celeste en el mediocampo y la zaga, gracias a Mojica, que con inteligencia, jerarquía y, porqué no, fortuna, marcó una diferencia de dos goles que pudo haber sido mayor.
Mojica, que entró en la historia por igualar al argentino Raúl Horacio Baldessari como máximo goleador de los clásicos (17 goles), con una salvedad que engrandece lo suyo, él es volante mientras que “La Bruja” era centro delantero, fue vital durante media hora.
Pero Oriente fue “otro” en el complemento. Se dejó estar, dejó crecer a Blooming, no reaccionó nunca y se vino abajo. Prefirió especular, cuidar la ventaja, que seguir yendo al frente. ¿Una muestra? Villegas incluyó al volante Saucedo por el atacante Estigarribia.
No aguantó el entusiasmo de Blooming y se vio superado anímica y futbolísticamente todo el segundo tiempo, hasta morder el polvo de la derrota, con el peor de los epílogos, un gol sobre el final.
Oriente perdió algo más que tres puntos en el peor momento, se llenó de dudas y pasó de la felicidad a la amargura.
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