Esto es el paraíso, dicen que decía Sergio Apaza al referirse a la hermosa sede de Blooming. De pronto, el paraíso celeste se convirtió en un infierno futbolístico. El mal juego derivó en pésimos resultados y el entrenador terminó pagando sus pecados como cabeza de grupo.
Apaza, de gran campaña en La Paz FC, volvió a fracasar en un equipo de gran convocatoria y muchas presiones, antes le había ocurrido lo mismo cuando le tocó dirigir a San José y Wilstermann.
Minutos después de la histórica y vergonzosa goleada recibida ante La Paz FC, el DT paceño asumió su defensa ante los micrófonos de radialistas, preguntando, un tanto desafiante, cómo le había ido a Blooming en sus primeros cinco partidos del torneo liguero 2008. Es cierto empezó mal, (1-2 con San José (v), 1-1 con Aurora (v), 0-2 con Universitario (l), 2-2 con The Strongest (v), 1-4 con La Paz (v)), pero él no tomó en cuenta una pequeña gran diferencia, no dejó en esa mala racha la imagen deplorable que tiene el equipo celeste hoy.
El problema de Blooming en este momento, a mi entender, no es que haya empezado perdiendo, sino lo mal que se lo ve en la cancha, lo desdibujado que está, lo desorientado que se muestra y el decaimiento futbolístico y anímico de valores importantes. Esto alarma y genera desconfianza hasta en el más optimista, porque cuando un equipo pierde o no encuentra el rumbo, es muy difícil que le vaya bien.
Asimismo, Apaza llegó en un mal momento, porque la imagen de Gustavo Quinteros era (es) demasiado grande para los hinchas, por lo bien que dirigió a Blooming, y su ciclo no había terminado, sino que -los dirigentes- lo cortaron abrupta e inexplicablemente.
Entonces, la comparación era inevitable. El bigotudo tenía el desafío de que la Academia no sólo gane, sino que juegue bien, ya que con el argentino había obtenido dos copas AeroSur y un Clausura, colmando las expectativas de la hinchada celeste.
Su margen de error era mucho menor, y así fue, por eso duró tan poco. Apaza no sólo que no pudo darle vuelo futbolístico (salvo el segundo tiempo del primer clásico) a su equipo, no mostró "muñeca" para cambiar las cosas, al contrario, cometió muchos errores tácticos y de concepto, y, por último, empezó a buscar fantasmas en el periodismo, hasta incluso recurrir a la bajeza del racismo.
Me queda una duda. ¿Estaba de acuerdo con todo lo que decidían los dirigentes o aceptaba lo que sea por no contradecirlos? ¿Por ejemplo, el caso Sucha Suárez, lo pidió o se lo impusieron?
Nadie puede decir que no sabe de fútbol, ni que no trabaja, pero, la verdad, da la impresión de que Blooming le quedó grande.
* Foto El Nuevo Día
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