Blooming sigue sumando derrotas y preocupaciones de cara al futuro. Cayó por cuarta vez y en forma consecutiva, en esta ocasión en su estreno en el torneo liguero, ante el benjamín del certamen, Nacional Potosí.
Le tocó bailar con una de las más feas de la fiesta, es cierto, porque, como se sabe, los 4.000 metros de la Villa Imperial se hacen sentir, sin embargo, cada vez hay menos lugar a las excusas en el campamento celeste, tras los sinsabores ante Oriente Petrolero y Wilstermann, ida y vuelta, en la Copa AeroSur.
Blooming, por lo que se vio en los resúmenes de la tv, fue un flan defensivamente y Cristian Reynaldo se hizo un "pic nic". Dos goles seguidos, pasada la media hora de juego, del recuperado artillero beniano, hijo de Jesús, el gran goleador, y final de la historia.
Los hinchas en las calles preguntan qué es lo que pasa con su equipo, porque no se explican qué ocurrió para que cambie tanto en tan poco tiempo, y que de ser un cuadro competitivo que les brindó más alegrías que trsitezas en los últimos tiempos, se haya convertido en una especie de volantín sin cola, o sea, un onceno sin rumbo definido.
La respuesta la tiene Sergio Apaza, aunque uno, a cierta distancia, puede sostener que da la impresión las tormentas dialécticas (verborragia, mucha información y conceptos en abundancia) del entrenador pueden haber generado una confusión en los jugadores.
El domingo, ante La Paz FC, se conocerá el ánimo de la gente que sigue a Blooming. Una buena chance para que Apaza recupere algo del crédito perdido.
*Foto El Deber
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