Bolivia y su humildad le hicieron frente a Argentina y sus millones y festejó un merecido empate en la ciudad de La Plata, en la puesta en marcha de la Copa América.
El entusiasmo, la solidaridad y el orden del seleccionado nacional le pusieron freno a la suficiencia, el individualismo y desorganización del anfitrión del viejo certamen en el hermoso estadio de La Plata.
Bolivia mostró siempre un sentido de equipo, con jugadores que trataron de cumplir al pie de la letra su papel en el buen libreto elaborado por Gustavo Quinteros, basado en la disciplina táctica, la concentración y la entrega, de principio a fin, para no otorgar ventajas a un rival que en los papeles era superior.
De esa manera incomodó a Argentina, la obligó a sacar a relucir argumentos futbolísticos que finalmente no expuso, y la dejó librada a la inspiración de individualidades de gran valor en el mercado mundial que terminaron fuera de sí al sentirse impotentes por no poder resolver los problemas causados por un adversario inferior.
Así, los centavos empezaron a tener igual valor que los millones, la voluntad se equiparaba al talento, la solidaridad al individualismo, la humildad a la vanidad, y el deseo de triunfar le hacía frente al complejo de superioridad.
El pato de la boda se fue convirtiendo en un gallito de riña atrevido, peleador, respondón, que adquirió fortaleza y seguridad conforme pasaron los minutos y el plan le daba resultados porque estaba bien ejecutado.
Bolivia se hizo fuerte en la tranquilidad de Arias, la determinación de los defensores, la voluntad de Martins, el sacrificio de Robles y Flores (por momentos con más errores que aciertos) y las ganas de Edivaldo, y la estructura se mantuvo firme hasta el final.
Edivaldo se encargó de poner fin a las obviedades, los lugares comunes, la "lógica", los facilismos, utilizados antes del partido al hablar de lo que sucedería en el partido. Enmudeció con su taquito e hizo más gélida, para los argentinos, la fría noche platense.
Argentina fue una constelación de estrellas apagadas.apenas tuvo algunos luceros intermitentes que no alcanzaron a iluminarla. Hasta que ingresó Agüero e igualó gracias a su gran categoría.Bolivia rompió los pronósticos, evitó la goleada que presagiaban muchos, y acabó dándole la razón a aquellos que sostienen que La Plata hace la felicidad.
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