Mal, muy mal. Una salvajada de tinte criminal lo sucedido al final del clásico entre Blooming y Oriente Petrolero, que tuvo como autora a un grupo de gente (?) que se dice hincha de la academia.
Cada vez que ocurren episodios desagradables como el de ayer en el Tahuichi Aguilera, nos acordamos de la seguridad, de los inadaptados, de los estúpidos, de los violentos y de los culpables de estos incidentes.
Solo en este país se considera parte del folclore del fútbol los petardos, cuando no son otra cosa que armas de guerra de los estúpidos que abundan en las llamadas barras bravas.
La pirotecnia tendría que ser erradicada de los estadios, como también los insalubres humos de colores que lo único que hacen es daño a los espectadores.
Esta vez fueron algunos (no es uno, actúan en grupo) integrantes de la barra de Blooming los que apuntaron criminalmente con sus petardos a los jugadores y el cuerpo técnico de Oriente, pero esta mala costumbre está enraizada en todas las barras.
Las autoridades deportivas, bien gracias. Muy sonrientes antes del partido, como si todo estuviera controlado, y en realidad todo está descontrolado, porque no hay control.
1 comentario:
No veo la parte en que te referis al comportamiento de los jugadores de oriente o tampoco lo viste como los otros medios?
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