Después de muchos dimes y diretes, Oriente Petrolero tomó la decisión de separar al brasileño Juan Felipe Alves a raíz de la crisis futbolística que atraviesa, acentuada por la falta de buenos resultados en condición de local.
Alves terminó siendo el pato de la boda en esta ocasión. Se le comunicó que no continuará en el club porque no colmó las expectativas de aquellos que, quizá entusiasmados por el apellido, vieron en él a un nuevo Celio, aquel volante ofensivo que deleitó con su clase en los años ochenta.
Lo cierto es que de aquel Alves a este Alves hay gran distancia, casi como de acá a Brasil, de donde son oriundos los dos. Este juega fulbito, aquel jugaba al fútbol.
Pero este Alves no es el único que no aporta en este equipo albiverde, hay varios más. Del resto no se habla y se los protege, vaya uno a saber por qué.
También estaban apuntados el uruguayo Sebastián Britos y Adrián Cuéllar, y no solo se habló de bajo rendimiento, también se los acusó de indisciplina. Sin embargo, de momento, continúan en el equipo.
Lo curioso es que los dirigentes, con el presidente Miguel Antelo a la cabeza, denunciaron indisciplina y el cuerpo técnico comandado por Erwin Sánchez negó supuestas inconductas y apoyó a los jugadores.
Carlos Aragonés, director deportivo de Oriente, fue quien anunció el despido de Alves y aclaró que el brasileño no cometió actos de indisciplina y que se va por bajo rendimiento.
Antelo y compañía quedaron mal parados ante la posición del cuerpo técnico y el director deportivo del club, pero no se manifestaron más sobre el asunto.
Lo cierto es que Alves terminó pagando el pato por errores propios y ajenos que se dieron dentro y fuera de la cancha.
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