Bolivia goleó a Uruguay y pagó una deuda pendiente con su gente. Le devolvió al hincha nacional la alegría y la ilusión que le había arrebatado hace pocos días al empatar con Perú en el Hernando Siles.
La goleada a Uruguay, de la mano del goleador Carlos Saucedo en día de gracia, sepultó el desánimo provocado por el desabrido empate con Perú, y nuevamente existe una renovada esperanza, aquella que surge de tanto en tanto, cada vez que los resultados son buenos.
Víctima de los vaivenes del fútbol, alimentados por la impaciencia, el boliviano, que se sumergió en la decepción tras el inesperado empate ante Perú hace unos días, vuelve ilusionarse con el triunfo logrado ante Uruguay.
Hoy el semblante es distinto. Bolivia recuperó la sonrisa con la goleada de ribetes históricos (nunca había superado a Uruguay por ese margen), que le permite afrontar con un poco más de entusiasmo las ocho fechas que le quedan en esta carrera que tiene como meta el Mundial Brasil 2014.
Las razones en este llamativo e inesperado cambio de un partido a otro en tan poco tiempo, tiene que ver con la contundencia, efectividad y oportunismo de Saucedo, el hasta ayer postergado goleador, al servicio de un equipo boliviano que había padecido el viernes por su anemia ofensiva.
El gol, dicen los que saben, es táctica, pero también motiva, genera entusiasmo, inyecta fe, da coraje, disimula errores, y sobre todo, aniquila adversarios. Y Bolivia tuvo ese elemento vital desde un primer momento, gracias a Saucedo.
Bolivia se acomodó mejor en la cancha estando en ventaja y los goles fueron cubriendo las cosas negativas, como la falta de seguridad en los pases y la fragilidad defensiva, y fue desmoronando a un Uruguay que estaba con las defensas bajas.
Golpeó cuando más duele, al principio de cada etapa, y después aumentó en el momento que los charrúas intentaban reaccionar. No le dio tiempo a hacerse fuerte.
La selección boliviana necesitaba un triunfo claro y contundente como el de ayer para recuperar confianza y afrontar con mayor fortaleza lo que resta de la eliminatorias.
Además, estaba en deuda con la gente, y tenía que pagar lo que debía. Lo hizo pronto y con creces. El crédito está otra vez abierto. Así es el fútbol. Goles son amores y no buenas razones.
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