Era el plantel dirigido por Freddy Valda e integrado por Gini y Vargas, que se salvaron del accidente al no integrar la delegación, dos jóvenes que jugarían muchos años como Luis Galarza y Luis Iriondo (su hermano Juan murió en Viloco), el Zorro Bastida y Romerito (cedidos por Boca), el implacable Tanque Díaz, el “Divino” Pariente y el brasileño Nilton Pinto.
El primer equipo atigrado que vi jugar fue aquel que logró el Nacional 74, y tenía a en sus filas a Galarza, Benjamín Robles, Iriondo, Bastida, Pariente, el Tano Fontana, Luís Liendo, Gitano Farías, Eduardo Angulo, el chileno Olivares y el cochabambino Revollo.
Me acuerdo muy bien de otra formación, la que logró el primer título en
Era un gran equipo, de mucho peso, aunque con fama de mañoso, antipático, que “trabajaba” los partidos, demoraba las acciones cuando le convenía y los jugaba al límite del reglamento.
Un plantel que heredó todo ese “oficio” fue el 86, que aún tenía a Fontana y Galarza como exponentes de aquella mística, secundados por el temperamento de Eduardo Villegas, la entrega violenta de Eligio Martínez, los goles de Jesús Reynaldo, el talento de Ramiro Castillo y la picardía de Eliseo Ayaviri.
Unos años después (1989) se sumaron a este grupo Sergio Luna, Gustavo Quinteros y Oscar Sánchez, el último caudillo, sumando su categoría a la tradicional garra.
El resto es historia reciente, con Néstor Clausen como artífice de un doblete que cortó una sequía de diez años, dirigiendo al onceno integrado por Mauricio Soria, Ronald Gutiérrez, Sartori, Carballo, Paz García, Morejón; Olivares, Coelho, Da Rosa; Limberg Méndez y Rubén Darío Gigena.
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