Fueron momentos sin tregua, intensos, de ida y vuelta, toma y daca, con un Oriente que salió a agredir -futbolísticamente, por supuesto- de entrada y un Blooming, sorprendido, obligado a la respuesta, que, para fortuna del espectáculo, fue inmediata.
Oriente empezó ganando con un golazo de emboquillada de Jiménez, que metió un derechazo fulminante al segundo palo ante un arquero mal ubicado. Sobre el pucho, Blooming igualó con un impecable tiro libre de Mojica. No terminaron de celebrar la igualdad los celestes, que Maraude definió muy bien un gran contragolpe iniciado por Aguirre.
En las tribunas, las pulsaciones a mil. Pero habría más para alterar el ritmo cardiaco de la gente que colmaba las graderías del estadio Tahuichi. Habían pasado unos cuantos minutos del segundo albiverde, cuando Schiaparelli, rodeado de rivales pasivos, conectó con un frentazo un tiro de esquina de Mojica.
Blooming aprovechó este segundo golpe anímico para sacar una ventaja que a la postre le daría el triunfo. Jugada muy bien elaborada que terminó con un lindo pase entre líneas de Joselito a Mojica, quien, dentro del área grande, definió con un derechazo potente al segundo palo para el 3-2.
Anderson pondría un ratito después la frutilla a la torta de lo que era a esa altura la fiesta académica. El brasileño, de espaldas al arco de Sergio Galarza, bajó una pelota con varios rivales marcando y sacó un conejo de la galera, definió de taco, ante la sorpresa de propios y extraños.
Todo en media hora, o veinticuatro minutos para aquellos que prefieren las precisiones. Inolvidable, como para seguir cayendo en el lugar común y repetir que estos son partidos diferentes, y sostener que, como se estilaba antes en la jerga periodística, con este antecedente, el próximo clásico será “para alquilar balcones”.
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