Vergonzoso. No cabe otra calificación a la reacción de Marcelo Aguirre ante su compañero Ariel Ribera. El argentino sacó a empellones de la cancha al marcador de punta porque se hizo expulsar ante Bolívar.
El incidente sucedió a vista y paciencia de todo el mundo, incluso del árbitro, que debió haber expulsado a Aguirre, ante su intolerancia, agresividad y falta de compañerismo.
Vergonzosa también fue la actitud del resto de los integrantes de Oriente Petrolero, incluido el director técnico Vitamina Sánchez, que en lugar de recriminar a Aguirre, se sumaron a los insultos contra Ribera.
A tal punto llegó la situación, que Leonel Reyes, jugador de Bolívar, salió en defensa del agredido Ribera, que sólo atinó a marcharse a los vestuarios.
Aguirre es un jugador que continuamente se mete en líos y genera problemas. Tuvo conflictos con jugadores de Blooming en un clásico del año pasado por burlarse después de anotar un gol (aleteo de gallinas), fue el principal agresor del hincha de Blooming atacado por el plantel de Oriente después del último clásico cruceño, y ahora agrede a su compañero Ribera.
Es el mismo Aguirre que declaró con total cinismo que el hincha de Blooming había recibido lo que merecía y que él y sus compañeros habían actuado como correspondía.
Por lo visto, tiene piedra libre para hacer lo que quiera, dentro y fuera de la cancha.
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