Oriente se quedó con el clásico cruceño haciendo lo justo y necesario para definir un partido pobre en juego, desprolijo y escaso en emociones. Acertó una vez en el arco contrario y fue suficiente para festejar.
El uruguayo Peinado fue quien resolvió el pleito sacando ventaja en una de las incursiones albiverdes en el área celeste. Peinó un centro de tiro libre ejecutado por Campos, ante la pasividad de toda la defensa y el arquero de Blooming, y listo.
El partido estaba para aquel que hiciera un gol, se notaba a la legua, como se decía en tiempos de la pelota de tiento, ya que era tan pobre la propuesta futbolística de ambos, que sería muy difícil que cualquiera de los dos remonte el marcador. Y así fue.
Oriente anotó con notable oportunismo a media hora del pitazo final, luego mantuvo la calma, como si estuviese más preocupado en reservar energías para su cita de mañana ante Deportes Tolima, por la Copa Sudamericana. De esa manera controló a un rival más empeñoso que otra cosa.
De hecho, Quinteros no descuidó ninguno de los partidos, reservó algunos jugadores (Schiapparelli y Hoyos) para el lance con los colombianos que estaban en las tribunas del Tahuichi y con otros (Nico Suárez, Peinado y Mauricio Saucedo) dosificó energías utilizándolos cuando creyó conveniente, previa queja por la falta de solidaridad de la Academia, y cosechó frutos.
Blooming no fue menos que Oriente pero tampoco tuvo una respuesta futbolística suficiente como para que la historia de este clásico fuera diferente. Contó con un par de chances para anotar, es verdad, sin embargo no alcanzó a imponer condiciones porque la mayoría de sus jugadores tienen un bajo rendimiento. Todo lo resumen en pelotazos divididos y cuando un equipo no tiene juego asociado, por lo general acaba siendo víctima de esa limitación técnica.
Oriente sacó adelante un partido que le resultaba incómodo por sus compromisos internacionales y a Blooming el mal juego le volvió a pasar factura.
* Foto El Deber.
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