Mauricio Méndez dejó de ser el presidente de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano hace poco. La verdad, debió haberse ido mucho antes.
Reglamentariamente tendría que haber renunciado hace tres años, cuando el club al que representa, Wilstermann, se fue al descenso. Sin embargo, pasó por alto la ética y lo reglamentado para dar validez a los amaños que no faltan en el fútbol para quedarse en el cargo.
También debería haber renunciado si hubiese tenido un poquito de autocrítica, reconociendo que bajo su mandato la Liga retrocedió a pasos agigantados y fue generadora de hechos insólitos como que se juegue un torneo sin premio alguno…
Por el contrario, se aferró al puesto y consiguió ser el primer presidente rentado en un fútbol que se da lujos que no está en condiciones de darse, si se toma en cuenta la crisis en las están sus clubes.
En su gestión hubo un sinnúmero de problemas, abundaron las impugnaciones, incluso en 2004 la Liga no pudo resolver una disputa entre The Strongest y Oriente que acabó en un desaguisado (los atigrados a la Copa “indemnizando” a los albiverdes) que fue hasta la justicia ordinaria para definir quién era el campeón.
También dio luz verde a que un campeón (Blooming) participe en la Copa Libertadores de América en un repechaje y que un subcampeón y un tercero obtuvieran una mejor recompensa participando directamente a la fase de grupos.
Una de las últimas medidas desacertadas de su gestión, fue el cambio de calendario anual, dejando de lado el normal, de enero a diciembre, para incorporar el de junio a junio, sin ninguna razón valedera.
Estas y muchas otras cosas más que quedan en el tintero, se dieron en los once años de un mandato en el que abunda lo negativo y cuesta encontrar cosas positivas. Demasiado tiempo perdido para un fútbol que necesita ideas renovadoras y buenas intenciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario